viernes, 30 de agosto de 2013

En décadas recientes, el desarrollo de las llamadas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) ha permeado a todos los sectores de la sociedad, propiciando diferencias marcadas entre países, generaciones, géneros, niveles socieconómicos, educativos, etcétera en relación a las habilidades y al uso de las mismas. En este marco se habla entonces de una brecha digital (digital divide), misma que cuantifica la diferencia existente entre países, sectores y personas que tienen acceso a los instrumentos y herramientas de la información –y la capacidad de utilizarlos- y aquellos que no lo tienen. De ahí que la brecha digital sea considerada como el grado o nivel de masificación de las TICs entre países o en el interior de los mismos.

“Si se prefiere una percepción conceptual un poco más amplia e incluyente, puede definirse [a la brecha digital] como la distancia “tecnológica” entre individuos, familias, empresas y áreas geográficas en sus oportunidades en el acceso a la información y a las tecnologías de la comunicación y en el uso de Internet para un amplio rango de actividades. Esa brecha digital se produce entre países y en el interior de las naciones. Dentro de ellos, se encuentran brechas regionales, entre segmentos socioeconómicos de la población y entre los sectores de actividad económica”.1

Por lo tanto, la brecha digital no es solo una manifestación del conflicto Norte-Sur, como tampoco es un problema que aqueje exclusivamente a los países de menor desarrollo. Asimismo, no hay una sino diversas brechas digitales, sea por razones de infraestructura, conocimientos, educación, políticas tecnológicas, etcétera, dentro de los países. Por lo tanto y para comenzar, se puede hablar de dos brechas digitales. La primera y más evidente, es la que subsiste entre países desarrollados y en desarrollo. Las estadísticas existentes sobre el número de usuarios de Internet a nivel mundial, dan fe de la distancia que existe entre unos y otros. Así, se sabe que en el mundo, hacia enero de 2011 había más de 2 mil millones de usuarios de Internet en el planeta, cifra que sigue creciendo de manera exponencial –esta cantidad, sin embargo, refiere de manera implícita que hay alrededor de 5 mil millones de seres humanos que no usan Internet. Existen, asimismo, 32 países que cuentan con más de 10 millones de usuarios cada uno.

Los 10 países con más usuarios tienen en conjunto unos mil 200 millones de usuarios en total, lo que equivale al 65% de todos los internautas del mundo. Asimismo, los 20 países con más usuarios tienen mil 470 millones de internautas o bien, el 82% del total mundial. India es el cuarto país con más usuarios en Internet, pero apenas el 6.9% de las personas en ese país tienen acceso a una conexión. La República Popular China (RP China) es el país con mayor población conectada con casi el doble de usuarios que Estados Unidos. Sin embargo, el territorio chino alberga a más de mil 300 millones de personas, frente a 300 millones que constituyen la población estadounidense.

A propósito de la RP China y Estados Unidos, estos dos países tienen, sumados, la mayor cantidad de usuarios de Internet que los 15 países que les siguen en la lista. Ahora bien: una cosa es el acceso a Internet y otra la penetración, concepto éste último, referido al impacto social/comunitario que tiene la conectividad. Por ejemplo, en los países anglosajones mucho se ha enfatizado la importancia de que las personas, en lo individual, tengan acceso y conectividad. En otras naciones, en cambio, se busca garantizar que éstas lleguen al mayor número posible de usuarios sin que ello demande, necesariamente, que en lo individual, cada persona posea en su casa o lugar de trabajo, una computadora y/o conexión a la red. La penetración se relaciona con la accesibilidad –por ejemplo, que el costo de conexión esté al alcance de los bolsillos de la mayor cantidad posible de personas– y con la infraestructura adecuada. Por ello no debe sorprender que la penetración sea mayor en los países desarrollados donde las políticas digitales imperantes favorecen que Internet esté al alcance de un gran número de personas, a la vez que se ha desarrollado la infraestructura que garantiza la conectividad. Por el contrario, la penetración de Internet en los países en desarrollo es baja, porque la red no está al alcance de una parte importante de la población, como tampoco hay directrices claras en materia de políticas digitales, amén de que la infraestructura es inadecuada y escasa.

En este sentido, según la Internet World Stats en su informe del 31 de diciembre de 2011, la más alta penetración de Internet tiene lugar en América del Norte –que en este caso solo incluye a Estados Unidos y Canadá –con 78.6% de su población; seguida de Oceanía/Australia –con 67.5%–; y Europa –con 61.3%. En contraste, Asia, el continente más poblado del orbe posee una penetración de apenas el 26.2%. En América Latina y el Caribe, la penetración asciende a 39.5%. Y, como era de esperar, África presenta la cifra más baja sobre el particular, con solo 13.5%. La media mundial es de 32.7%, por lo que tanto África como Asia están por debajo de ella.2 Asimismo, a pesar de que las naciones latinoamericanas y caribeñas en promedio se encuentran por encima de la media mundial, lo cierto es que México tiene una penetración estimada en 30.7%, lo que significa que está lejos de la media latinoamericana y a 8.8 puntos porcentuales del promedio en el planeta.

Algo que llama profundamente la atención en el caso latinoamericano y caribeño es que no son los países más grandes (i. e. México o Brasil), quienes presentan los más altos niveles de penetración. Argentina, Chile y Uruguay, naciones con 41, 16 y 3 millones de habitantes respectivamente, tienen un nivel de penetración de Internet de 67, 59.2 y 56.1% respectivamente, que es el más alto de la región.

Pero, ¿qué hay de la otra brecha digital doméstica o interna? Esta brecha es importante, dado que se produce prácticamente en todos los países del mundo y un análisis más detallado revela situaciones no del todo comprensibles, incluso en naciones consideradas como las más avanzadas. Como muestra figura la Unión Europea –aun cuando la Europa comunitaria, en sentido estricto, no es un solo país–, donde un promedio del 26% de la población en 2010, afirmaba nunca haber usado Internet. Por supuesto que hay profundas disparidades entre países, como se observa en el cuadro anexo, destacando por ejemplo la situación de Rumania, Bulgaria, Grecia y Chipre, países que rondan o superan el 50% de personas en esa situación. Ello contrasta con Suecia, donde solamente el 7% de la población no se define como internauta –lo que, en otras palabras significa que el 93% sí lo es.

¿Qué factores explican la existencia de la brecha digital doméstica o interna? A grandes rasgos “ esta brecha es, en la mayoría de los casos, la resultante de otras brechas preexistentes en la sociedad, las que al actuar sobre la introducción de las nuevas tecnologías, la consolidan. Como ha indicado recientemente un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (…) la brecha digital doméstica es, en esencia, un subproducto de las brechas socioeconómicas existentes en el país [de que se trate]. De hecho, la tecnología digital en sí no es responsable de la brecha digital. Los principales factores que la causan son el nivel de ingreso y su distribución, así como la dotación de la infraestructura de comunicaciones y el nivel de educación”.

Cabe destacar que la primera vez que se empleó el concepto de brecha digital fue en la década de los 80 en Estados Unidos, por parte del entonces Subsecretario de Comercio de ese país, Clarence “Larry” Irving, a propósito de lo que él refería como la diferencia entre personas y regiones en términos de su acceso a las TICs considerando la densidad telefónica y las computadoras. 7 Ya para la década de los 90 hay una mención cada vez más frecuente al desafío de la brecha digital en documentos oficiales de la Unión Americana, en reconocimiento a que este problema se acentuaba en determinados sectores económicos, sociales y en lugares específicos de ese país.